En la actualidad la Osteoporosis es definida como una alteración esquelética sistémica caracterizada por una disminución de la masa ósea, deterioro de la microarquitectura del tejido óseo, con un aumento subsecuente en la fragilidad del hueso y susceptibilidad al riesgo de fractura.
Las fracturas son la secuela reconocida de la osteoporosis y éstas suelen ocurrir ante pequeños traumas o en ausencia de los mismos. El incremento en la frecuencia de fracturas se debe a la longevidad de la población, siendo los sitios mayormente afectados las vértebras y la cabeza del fémur.
Se han postulado dos síndromes de Osteoporosis, tipo I o postmenopáusica y tipo II o Senil. La Osteoporosis tipo I , afecta a las mujeres y está asociada a la disminución de niveles de estrógenos; el hueso trabecular es particularmente más sensible a la deficiencia de estrógenos por lo que la pérdida ósea ocurre principalmente en aquellos huesos con alto porcentaje del mismo, como es el caso de las vértebras. La Osteoporosis tipo II, se debe principalmente a la incapacidad por parte del riñón de sintetizar 1,25 dihidroxicolecalciferol, dificultándose la absorción de calcio intestinal; ésto estimula la secreción de parathormona lo cual produce una fuerte resorción ósea, que afecta al hueso cortical en mayor cantidad que al hueso trabecular, contribuyendo al incremento de fracturas de cadera.
La Osteoporosis es un fenómeno que ha sido demostrado en diversos sitios del esqueleto: radio, cúbito, húmero, fémur, columna vertebral y mandíbula. Algunos huesos con gran proporción de tejido trabecular son más afectados y más precozmente respecto a otros, pero en general la tendencia hacia la pérdida ósea en pacientes osteoporóticos persiste alrededor del esqueleto. Se ha sugerido la existencia de una relación entre la pérdida ósea mandibular y la osteopenia del resto del esqueleto.
Diversas investigaciones han aportado que la pérdida de sustancia ósea en los maxilares es el reflejo de que lo mismo está sucediendo en otros huesos del cuerpo. Esto limita la posibilidad de una efectiva rehabilitación de la función bucal. Asímismo el reborde alveolar constituye un sensible indicador del metabolismo óseo, advirtiendo de la existencia de enfermedades óseas sistémicas en humanos.
Un gran número de investigaciones hablan a favor de una correlación positiva entre la reabsorción del reborde alveolar y la osteopenia esqueletal, sin embargo otros estudios muestran la existencia de variaciones individuales capaces de producir reabsorciones alveolares por mecanismos aún desconocidos.
Disminución de la masa ósea y densidad ósea maxilar: estudios realizados demuestran que, tanto la masa ósea como la densidad ósea maxilar es significativamente mayor en una población sana que en una osteoporótica.También se ha visto la existencia de una correlación positiva entre la densidad mineral de mandíbulas edéntulas y la densidad ósea de huesos como el radio y el húmero.
Edentulismo: Se ha determinado que los individuos osteoporóticos tienen una mayor pérdida de dientes que aquellos sanos. Estudios comparativos de masa ósea realizados por Kribbs (1990) demuestran que el 20% de los individuos osteoporóticos presentan edentulismo comparado con un 7% del grupo normal. Otros estudios corroboran lo anterior, estableciendo que la pérdida dentaria en un grupo osteoporótico es 2,4 veces mayor que en un grupo sano.
Se ha observado que aquellos individuos con valores minerales esqueléticos altos, conservan mejor sus dientes y tienen una menor tendencia a desarrollar bolsas periodontales en comparación con individuos osteoporóticos.
La osteoporosis y la enfermedad periodontal se han convertido en un problema de salud pública. Tanto la enfermedad periodontal como la osteoporosis tienen una gran prevalencia en la mujer postmenopáusica. Las mujeres postmenopáusicas, al igual que el resto de las personas que tienen osteoporosis, experimentan una reducción de la masa ósea y son muy susceptibles a sufrir fracturas, especialmente en la columna vertebral y en la cadera.En este sentido, Khokhlovay y cols. han llegado a la conclusión de que la reducción en la mineralización de los huesos agrava los cambios patológicos a nivel periodontal.
En estudios recientes se ha confirmado la relación entre osteoporosis y pérdida ósea a nivel oral. Ambas enfermedades tienen un denominador común, un REMODELADO OSEO ALTERADO que condiciona una pérdida de masa ósea, que afecta al hueso alveolar en la enfermedad periodontal y que es generalizada en el caso de la osteoporosis. Investigadores implicados en la relación de la osteoporosis y la periodontitis: Hildebolt, Mohammad y cols.,Von Wower y cols., May y cols., Elders y cols., Klemetti.
En general, podemos extraer como conclusión el hecho de que se ha demostrado una mayor prevalencia de enfermedad periodontal en la mayoría de las pacientes postmenopáusicas. Estudios llevados a cabo en pacientes con enfermedad periodontal han demostrado una mayor eficacia del tratamiento clásico, raspado y alisado, cuando se administra omega 3 acompañado de aspirina.
Las vitaminas B y D (la D2 o ergocalciferol que proviene de los alimentos), también cumplen un importante papel en los tratamientos periodontales gracias a que facilitan la cicatrización y a su acción antiinflamatoria.
Están ampliamente demostradas las evidencias sobre los efectos de los estrógenos, del calcio y de la vit. D, como factores preventivos de la pérdida dentaria.
Magnesio: Es otro mineral muy importante para el buen estado de los huesos ya que interviene, junto con el potasio, en la formación ósea. Tiene también un papel fundamental en la formación de los dientes.
Calcio y fósforo: La carencia de calcio constituye uno de los factores que más influye en la aparición de la osteoporosis, así como el exceso de fósforo que impide la absorción de calcio. El organismo trata de mantener en equilibrio a toda costa los niveles de calcio y fósforo en la sangre, si ésto no se consigue y dichos niveles dejan de estar dentro de la normalidad, comienza un proceso de reabsorción ósea para equilibrar de nuevo ambos elementos. Según estos datos que relacionan el aporte de calcio y fósforo con el riesgo de sufrir osteoporosis y periodontitis, se debe mejorar la dieta y es especialmente conveniente aumentar el aporte de calcio en personas que sufren enfermedad periodontal. Está totalmente contraindicado en estos pacientes el consumo de bebidas carbónicas, especialmente las de COLA ya que contienen importantes cantidades de ACIDO FOSFORICO. El exceso de ácido fosfórico se une al calcio e impide que éste sea absorbido.
La alimentación juega un papel fundamental en el cuidado de ambas alteraciones. Se aconseja huir de dietas muy ricas en PROTEINAS de origen animal que inducen a la eliminación del calcio a través de la orina así como alimentos muy ACIDOS o CARNES TRATADAS (jamón o paté). La SAL, junto con las PROTEINAS, contribuye también a la pérdida de calcio ya que inhibe la absorción de la vitamina D cuya función principal es fijar el calcio de los alimentos en los huesos. Por lo tanto, deben evitarse comidas ENLATADAS ya que, en la mayoría, la cantidad de sal que llevan es elevada.
También conviene evitar las VERDURAS que poseen OXALATO como son las ESPINACAS, la BERENJENA, la REMOLACHA, el CHOCOLATE y los productos con CACAO, ya que dificultan la absorción del calcio por lo que se aconseja su consumo fuera de comidas que aporten calcio. Tanto el ALCOHOL como el TABACO contribuyen a acelerar la pérdida de calcio, y lo mismo ocurre con el SALVADO. Por último, no se recomienda tampoco el consumo del CAFE o TE. Entre los alimentos recomendados se encuentran las VERDURAS y HORTALIZAS combinadas con la LECHE y sus derivados, y el PESCA-DO AZUL.
Los FRUTOS SECOS son tan importantes que pueden incluso sustituir a la leche en caso de intolerancia a la lactosa, destacando entre todos por su alto contenido en calcio las ALMENDRAS 240mg/100g. AJOS, CEBOLLAS, COLES, COCO, HIGOS (especialmente los secos), MANZANAS, PERAS, PLATANOS y AGUACATES son todos ellos ricos en calcio. El MAGNESIO es esencial en el metabolismo del calcio. Lo vamos a encontrar en la AVENA, el ESPARRAGO, el TRIGO, la CALABAZA, la PATATA, el MELOCOTON, el GUISANTE, las LENTEJAS, la CIRUELA, la AVELLANA y la NUEZ.
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